Por Andrés Timoteo
PUNTAJE SOSPECHOSO
Una ver concluidos los cómputos, el árbitro electoral entregó el fin de semana las constancias de mayoría a la capitalina Claudia Sheinbaum y a la zacatecana Rocío Nahle como ganadoras de los comicios por la presidencia del país y la gubernatura de Veracruz, respectivamente.
Se hicieron de ese papel, 'haiga sido como haiga sido' -otra vez citando al panista Felipe Calderón- y si bien los procesos de impugnación deberán ser desahogados todo apunta a que no modificarán el estado de cosas y que en octubre México tendrá a su primera mandataria federal y en diciembre Veracruz a su primera gobernadora.
Empero, los veredictos 'legales' no alcanzan para despejar la sensación de robo en buena parte de los que votaron el 2 de junio.
No es quejumbre ni negación, es sospecha. Sheinbaum y Nahle ganaron, sí, pero aparentemente.
El cómo lo hicieron todavía está pendiente de contestarse.
No se sabrá ahora sino con el paso del tiempo cuando se vayan conociendo los pormenores, trucos, trampas y tecnologías que se usaron para tal efecto.
Lo que queda ahora - se repite- es una percepción creciente de despojo, no de una victoria de los competidores sino del sufragio de los electorales.
¿Fue una Elección de Estado?
De eso no hay duda, lo que falta de desentrañar es la forma en que se operó respecto al conteo de votos.
La sospecha está en la cantidad. Casi 36 millones de votos para la exregenta capitalina y poco más de 2.1 millones para la zacatecana.
Muy por debajo quedaron sus oponentes.
Eso no es políticamente sano, pero sobre todo es políticamente dudoso ¿A qué suena?
A las elecciones bajo regímenes despóticos en los que el partido de Estado y el candidato oficial arrasan a rajatabla.
Ese tipo de resultados solo se ve en las dictaduras - que ahora algunos han subclasificado como 'democraduras' y 'dictablandas'- donde el gobernante se hace dueño absoluto de la trampa electoral para eternizarse o colocar a sus títeres en el cargo aplastando a los contrincantes.
Hay que ver las lecciones de la historia.
En Turquía, Recep Erdoğan ganó la presidencia por vez primera en el 2014 con el 52.2 por ciento de los votos frente a un 47.9 de su opositor y cuatro años más tarde, en el 2018, se reeligió con el 52.60 por ciento contra el 30.64 de su opositor.
¡Lo rebasó por 20 puntos!
¿Qué pasó?
Todo el aparato estatal estuvo en campaña, todo el dinero y programas públicos se volvieron electorales y apañó a los órganos y los tribunales electorales para cargar a favor los resultados.
El puntaje es la pista.
EL PRIMER ENSAYO
Nicolás Maduro ganó la presidencia venezolana en el 2013 con un 67.84 por ciento aplastando a su competidor Henri Falcón que apenas obtuvo el 20.93.
¡47 puntos de diferencia!, cortesía del engranaje de trampas que le dejó el fallecido Hugo Chávez.
En Nicaragua, Daniel Ortega se reeligió por cuarta vez en el 2021 obteniendo el 75 por ciento de los votos y el contrincante que más se le acercó apenas obtuvo el 14.4 por ciento. ¡60 puntos de diferencia!
Vaya y el paradigma de toda esas elecciones bajo dictadura es el ruso Vladimir Putin quien también se acaba de reelegir -por quinta vez- en marzo pasado con el 88.4 por ciento de los sufragios mientras que el competidor más cercano únicamente recaudó el 4 por ciento. ¡84 puntos de diferencia!
Claudia Sheinbaum se hizo de la presidencia con 32 puntos de diferencia sobre su competidora, Xóchitl Gálvez.
Y la zacatecana Nahle con 27 puntos sobre el peroteño José Yunes.
¿A qué les huele eso?
No es amor total del pueblo por ellas o por su partido ni por el régimen y ni siquiera por el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
Se trata de dominación y sometimiento de los votantes, del árbitro y seguramente de los tribunales que validarán tal puntaje desproporcionado.
De ahí la sensación de robo que persiste y crece.
En este 2024 se ensayó la primera elección bajo una 'dictablanda' o 'democradura' - pero dictadura al fin- que parió resultados avasalladores a favor del régimen autocrático y -si los ciudadanos se dejan- poco le faltará a México para ser como Nicaragua, Venezuela o Rusia. Ese es el saldo.
TODO EL PODER
Las dos ganadoras del régimen, Sheinbaum y Nahle arriban en esas condiciones y con suficiente poder para continuar con lo que comenzaron López Obrador y Cuitláhuac García. No hay en el panorama inmediato algo que las contenga.
Y la que no se aguantó las ganas de presumirlo fue la zacatecana quien ayer, al recibir su constancia de mayoría, lo dijo casi con placer: "el pueblo nos ha entregado todo el poder".
Traducción: prepárense críticos, opositores, resistentes, demandantes y revisores. Y también los periodistas por los que tiene una especial animadversión.
Pero la zacatecana no espanta la curtida prensa veracruzana que ya ha lidiado con otras fieras bravas.
Se le revisará como a todos y debe saber que el papel que le entregaron como superavitaria de los votos no le limpia su fama pública.
Llegó a la meta electoral con los tatuajes de corrupción, ineficacia, desarraigo y una riqueza súbita y mal habida.
Tal es la carta de presentación de la próxima gobernante de Veracruz. ¿Se lo merecen los jarochos? Sí, los que la votaron.
*Envoyé depuis Paris, France.
